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oradores, comprendidos en las Controversias y Suasorias, lejos de ser una acusacion, era una alabanza; pues que ni hubiera podido comprenderse sin tanta fidelidad el genio especial de cada uno de los referidos oradores, ni habria sido tampoco posible reconocer su estilo y lenguaje. Marco Ánneo no inventa: sólo trasmite y juzga los monumentos de un arte, cuyo esplendor le admira y cuya decadencia le irrita y le desconsuela.-Cuando en los prefacios de las Controversias bosqueja la historia de la literatura romana, apreciando á los antiguos escritores de la república, entonces Séneca es ya responsable de su propio estilo, así como de las ideas en dichos prólogos expresadas; pero en este caso, si bien podrán tildarse cierta rigidez y dureza de su frase, necesario será tributar el debido elogio al sazonado gusto, erudicion profunda 1 y seguro juicio que resaltan en aquellos escritos y forman (digámoslo así) la fisonomia literaria de tan celebrado retórico.

Marco Ánneo Séneca ocupa por todas estas consideraciones señalado puesto en la historia de la literatura latina y en la de la civilizacion española. Dando un sólo paso en el exámen de la primera, contemplaremos los estragos de la decadencia de las letras romanas: al mover la planta en la investigacion de la segunda, sorprenderemos al ingenio español áspero, inquieto y ya en su virilidad, rompiendo todas las tradiciones del arte homérico, y realizando en las letras el mismo trastorno que habia experimentado ya la política y amenazaba al Olimpo de la gentilidad con la nueva luz que iba iluminando al mundo. Marco Ánneo Séneca pasaba de esta vida el año 785 de Roma, 18 del advenimiento de Tiberio y 33 de la natividad de Cristo.

Por la breve reseña que acabamos de hacer, será fácil advertir cuál es el principal carácter de estos primeros escritores españoles: ya dejándose llevar de su altivez y nativa aspereza, teniendo en poco los primores de la prosódia latina y atropellando á veces las leyes gramaticales; ya procurando con excesiva solicitud seguir las huellas de los griegos y romanos más celebrados por su

1 Sin duda el diligente cuanto docto C. Plinio Segundo, atendiendo á estas elevadas dotes de Marco Anneo, le apellidaba príncipe de la erudicion: «Annaco Seneca principe eruditionis» (Nat. Hist., lib. XIV, cap. V).

pulcritud y dulzura, en lo cual daban muestra de carecer de estas dotes naturales; ora enseñando en la capital del mundo y en el siglo de oro de su literatura las letras humanas; ora en fin aspirando á contener la ruina de la elocuencia, herida ya de muerte..., siempre encontramos en el ingenio español, cercano todavía á su cuna, cierta originalidad y ruda sencillez, cierta ostentacion de indomable independencia y cierta varonil energía, que están revelando de lleno aquel pueblo, para quien ninguna vida era loable sin las armas 1, domeñado á sangre y fuego por la República en una guerra de doscientos años.

Los oradores y los retóricos españoles procuraban mostrar al mundo, al abrir Roma sus puertas á todas las gentes, que no eran dignos de la injusta opresion ejercida tanto tiempo sobre Iberia: los vates nacidos en Córdoba, abusando tal vez del brillo y fuerza de su imaginacion, se preparaban para imponer á la musa latina nuevas leyes, alcanzando sobre ella grandes y trascendentales triunfos. El mismo afan que mueve á unos y otros á entrar con irresistible impetu en el palenque de la inteligencia, muestra á los ojos de la crítica que llevan todos sus esfuerzos el riesgo de apartarse de la derecha senda; resultado legítimo de la precocidad con que pasan al estado de la ilustracion más refinada desde el estado de la más dolorosa abyeccion é ignorancia. Pero esa precocidad, hija tambien de las influencias del suelo donde nacen, digna es de madura contemplacion y estudio en la historia del ingenio español, cuya índole importa mucho reconocer desde los primeros dias de su existencia, si han de seguirse sus pasos en las diferentes edades de su larga vida y en medio de las contradicciones y difíciles pruebas, á que plugo á la Providencia sujetarlo.

Ya lo hemos advertido: mientras la República deja caer sobre España su mano de hierro, no fué posible al ingenio español dar señales de vida en el cultivo de la literatura romana, hundido, como la patria, en mísera servidumbre: cuando ya el Imperio comienza á levantar de su cerviz aquella feroz coyunda, brotan por todas partes los comprimidos gérmenes, y envia Iberia á la capital

1

Tito Livio, lib. XXVIII Historiarum ab urbe condita.

del mundo sus más claros hijos, así como le habia enviado antes sus más preciados tesoros. La Roma erudita, que tuvo en menos á los vates de Metelo Pio, vé acaso indiferente á estos peregrinos campeones de la nacionalidad poética y literaria de España, y los admite en su seno sin recelo alguno. No advertia que aquella feraz semilla estaba dispuesta á prender en todos los terrenos, y que una vez asidas sus raices en el de la literatura greco-latina, falta ya de su antigua savia y hundida en tan prematura como dolorosa caducidad, corria esta el peligro de ser sofocada bajo la extraordinaria frondosidad de sus robustísimas ramas, en medio de las convulsiones de aquella sociedad en que habia hecho terrible presa la mortífera gangrena de los vicios.

Estudiemos pues estos importantes fenómenos en los capítulos siguientes.

TONO 1.

CAPITULO II.

POETAS Y FILÓSOFOS DEL IMPERIO.

LUCIO ÁNNEO SÉNECA.

Estado del mundo romano, al aparecer en la república literaria los poetas cordobeses.-Dotes de los poetas españoles.-Lucio Anneo Séneca.-Su educacion filosófica y literaria.-Su posicion en Roma.-Su muerte.-Sus obras.-LAS TRAGEDIAS.-Si son parto de un solo ingenio.-Sistema dramático que en Séneca revelan.-Sus imitaciones del teatro griego.-Caractéres de estas imitaciones.-La poesía en manos de Séneca.-Sus OBRAS FILOSÓFICAS.—Vacilacion de Lucio Ánneo entre los más encontrados sistemas.-Contradicciones en que incurre.-Causas de las mismas.-Su representacion como poeta y como filósofo, respecto de la sociedad en que vive.

Culpan los críticos extranjeros con harta frecuencia á los ingenios españoles que en la antigüedad florecieron, de haber corrompido las letras latinas; mas ni esta acusacion aparece plenamente. justificada, ni se han reconocido siempre con la madurez debida las causas que apresuraron aquella fatal y asombrosa decadencia. Sólo se ha señalado un paso entre el siglo de oro y la corrupcion de las letras, entre Virgilio y Séneca, Horacio y Lucano. Asentando que la innovacion proclamada y llevada á cabo por aquellos

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