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flejara aquel inconsiderado estoicismo, que familiarizándole con la idea de la anulacion total de la materia, le hacia al cabo olvidarse de los destinos ulteriores del espíritu; para que la unidad de todas sus obras, no reconocida por los retóricos, fuese más palmaria y terminante, consignaba tambien en sus tragedias estas desconsoladoras doctrinas. Demás de los pasajes arriba alegados, oigamos cómo en El Agamenon exclamaba:

O quam miserum es nescire mori!... 1

Arrastrado en esta pendiente, decia en la Troades:
Post mortem nihil est, ipsaque mors nihil 2.

Y más adelante, en la misma tragedia:

Miserrimum est timere, quum speres nihil 3.

¿Qué mayor estrago podian producir en la moral del poeta y del filósofo estas doctrinas, contradichas no obstante una y otra vez en sus obras? El discípulo del Pórtico y de la Academia comprende que se está operando en el mundo un cambio inaudito; y esto lo vé confirmado en las creencias y las costumbres de sus coetáneos, enflaquecidas las unas y corrompidas las otras al más alto punto. Pero ni hay en él fuerzas bastantes para fijar de nuevo las ideas, dejándose por el contrario arrastrar en el torrente de las circunstancias, ni en medio de la inquietud de su espíritu le es dado, sin verdadera fé, penetrar las causas de aquel espantoso cáos, ni adivinar siquiera de dónde viene tan inesperado é incontrastable movimiento. Séneca reconoce tal vez el estado en que la humanidad se encuentra; pero no sabe adónde inclinarse para hallar la salvacion que anhela, ni aun despues de ver derramada, en medio de los aullidos de una plebe feroz, la sangre de los primeros mártires de Cristo. Aquel poeta de tan vasta erudi

ést... Mortem times: at quomodo illam media oblectatione contemnis? Vivere vis: scis enim... Mori times: ¿quid porro ista vita? non mors est?... (Id. id.). 1 Acto III, verso 300.

2 Acto II, verso 395. 3 Acto III, verso 423

cion como vigorosa imaginacion y elevado ingenio 1; aquel filósofo que á pesar de su nativa austeridad y fortaleza de alma, habia sido espejo de todas las contradicciones humanas, dominado en los últimos años de su vida por acerba melancolia, se rindió al cabo en la lucha de las ideas; y murió como estóico, el que habia admirado á Sócrates y á Platon y vivido como sibarita, predicando siempre la continencia y la pobreza. Ni aun en aquel momento supremo, en que se oyeron en sus labios saludables avisos políticos y morales, le fué dado salir del cáos en que habia yacido. Séneca presintió acaso que se levantaba en el mundo una doctrina sublime y salvadora, destinada á rescatar al género humano de la esclavitud y de la servidumbre; pero no le fué dado por desgracia gozar la libertad que de aquella doctrina santa emanaba 2. No sin fun

1 La erudicion de Lucio Ánneo Séneca es sólo comparable á la prodigiosa memoria de Marco, su padre. Al leer sus tragedias, lo mismo que al estudiar sus Epistolas y sus libros morales y políticos, asombra en efecto la abundancia de egemplos históricos, doctrinas, dichos y sentencias de todos géneros, tomados de las letras griegas y latinas, con que procura acaudalar sus tratados y autorizar sus palabras. Pero este afan y esta ostentacion, que tan mal efecto producen andando los siglos, era ya clara señal de inminente decadencia literaria, y descubria sobre todo que quien con tanto anhelo buscaba la autoridad ajena, carecia de entera confianza en su propia doctrina. Séneca se revela con entera unidad bajo todos aspectos. Recordemos sin embargo que varios eruditos nacionales y extranjeros han formado, con los lugares comunes de sus obras, especiales tratados de Filosofia moral y de Política, punto sobre que puede consultarse á Rodriguez de Castro, pág. 59 de su Bibl. Esp., tomo II. 2 No olvidamos por cierto que varios autores designan á Séneca como cristiano oculto, fundándose en algunas indicaciones de Tertuliano, Lactancio, San Gerónimo y San Agustin, y principalmente en las supuestas epístolas de San Pablo, dirigidas al hijo de Marco, las cuales fueron traidas al castellano en la primera mitad del siglo XV con todas las demás de Séneca. Pero sobre haber contradicho ya semejante error respetables escritores, entre quienes se cuenta la autoridad de Erasmo, bastaria el exámen que dejamos hecho de sus obras para evidenciarlo. No creemos fuera de propósito el añadir que muchos años despues de terminado este trabajo ha dado á luz en la vecina Francia, con título de Étude critique sur les rapports supposés entre Sénèque et Saint Paul, el doctor M. Cárlos Aubertin un estimable libro, en que se propone demostrar: 1.° Que Séneca no conoció personalmente á San Pablo, ni á ningun otro apóstol: 2.° Que no leyó ni las epístolas de San Pablo, ni libro alguno del Viejo y Nuevo Testamento: 3.° Que las epistolas apócrifas que se han conser

damento, reconocidas y quilatadas las altas dotes que le enaltecen y caracterizan, asentamos pues al comenzar este estudio, que es Lucio Ánneo Séneca uno de aquellos grandes escritores, en cuyas obras se refleja con mayor brio y verdad el estado político y religioso de la sociedad en que florecen. No sin razon podremos ahora terminar diciendo que sus tragedias y sus libros filosóficos son el más claro espejo de aquella afrentosa caducidad y de aquel vago y ardoroso anhelo que combaten desapoderadamente al antiguo mundo, anunciando ya como inevitable la prodigiosa trasformacion á que le habia destinado la Providencia.

Mas el egemplo de Lucio Ánneo Séneca no es único en las esferas del ingenio español, ni la escuela por él abrazada deja de tener denodados é insignes imitadores. Fijemos nuestras miradas en los que mayores lauros alcanzaron y más íntimamente se enlazan con el poeta-filósofo de Córdoba.

vado con nombre de Séneca y de San Pablo, son las mismas que se leian en tiempo de San Gerónimo y San Agustin; y 4.° Que Séneca debe las máximas de su filosofia y de su moral á sí mismo, á sus antepasados, y al nuevo espíritu que fuera del Cristianismo comenzaba á derramarse en la sociedad y á preparar el advenimiento de la religion cristiana (Intr., págs. 13 y 14). Tenemos singular placer en manifestar aquí, que si no aceptamos de lleno todas las conclusiones del jóven doctor, no podemos menos de aplaudir el acierto que en las más cuestiones demuestra. Añadiremos por último, que el error que combatimos tuvo grande apoyo en la edad media, porque corrieron entre los doctos muchas obras de los PP. con nombre de Lucio Ánneo, conforme tendremos ocasion de comprobar oportunamente en esta historia, y hemos apuntado ya en las ilustraciones á las Obras del Marqués de Santillana (páginas 638 y 639).

CAPITULO III.

POETAS DEL IMPERIO.

M. ÁNNEO LUCANO.-M. VALERIO MARCIAL.

Educacion de Lucano.-Su amistad con Neron.-Rompimiento entre ambos.-Despecho de Lucano.-Su muerte: sus obras.-La Pharsalia.—Juicio de este poema.-Caractéres de César y de Pompeyo.-Estilo y lenguaje de Lucano.-Juventud de Marcial.-Opiniones de los eruditos sobre este poeta.-Diferentes aspectos de su vida.-Influencia de las vicisitudes de esta en su genio pcético.-Marcial, considerado bajo diversos aspectos.-Disparidad entre el genio de Lucano y de Marcial.-Influjo de la educacion de uno y otro en sus obras.-Paralelo entre Lucano y Góngora, Marcial y Lupercio de Argensola.-El ingenio español presenta los mismos caractéres en las más apartadas edades.

Célebres en la república literaria son los nombres de los dos ingenios, que hemos colocado al frente de estas líneas: ambos nacieron en España; ambos florecieron en la córte de los Césares, y sin embargo distinta es la suerte que desde la cuna los cobija, diferencia que no puede menos de reflejarse en los escritos de uno y otro, bastando acaso para caracterizarlos. Marco Ánneo Lucano nace en medio de los honores y de las riquezas, y se educa en los palacios de los emperadores: Marco Valerio Marcial abre los ojos 7

TOMO I.

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