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cribia Marco Anneo Séneca del cordobés Sextilio Hena, asegurando que fué hombre más erudito que ingenioso; pues no otra cosa se deduce del exámen de las obras citadas, donde bajo el aspecto del estilo resaltan sin embargo los mismos defectos que caracterizan las producciones de aquellos nuestros primeros cultivadores de las letras latinas. Hygino, que tan merecida fama logró por sus casi universales conocimientos, y que tuvo por discípulos en la capital del mundo los más distinguidos jóvenes patricios, despues de haber alcanzado tantas honras, murió en suma pobreza, libertándole de caer en completa indigencia la liberalidad del cónsul C. Licinio, quien le ministró el sustento necesario en los últimos dias de su vida 1.

Príncipe de los declamadores romanos llaman unos críticos á Marco Ánneo Séneca: corruptor de la elocuencia y literatura latina le apellidan otros. Dos tomos emplearon los autores de la Historia literaria de España para vindicarle de las acusaciones de escritores extranjeros, entre quienes se llegó sin fundamento alguno á poner en duda su existencia. Dióle en el mismo siglo lugar distinguido en su Saggio Stórico 2 el abate Lampillas; y habíanle ya colmado de elogios en los anteriores el erudito Comendador griego y otros no menos ilustrados humanistas 3: dis

lea, 1555). Esta opinion de Vives siguió Ximeno en su Biblioteca de los escritores del reino de Valencia (tomo I, voz Hyginio; Valencia, 1747).

1 De notar es aquí, demás de lo que dejamos advertido sobre las ediciones de las obras de Hygino, que ninguno de los colectores modernos de los clásicos le ha comprendido entre los escritores de la buena latinidad, mientras lo han hecho con otros autores de época más cercana y de menos importancia, bajo muchos conceptos.-La razon que los ha movido ignoramos; pero tenemos por injusto un despojo tanto más notable cuanto que en algunas de las indicadas colecciones, tales como la de Tauchnitz, se incluyen escritores del siglo XVI que estan muy distantes, aun como hablistas, del español Cayo Julio Hygino.

2 Tomo I, Disertacion II., § IV y siguiente.

3 Entre otros varios apologistas de M. Anneo Séneca debemos citar con preferencia á los españoles Antonio de Cobarrubias, Pedro Chacon, don Antonio Agustin y el erudito don Juan Bautista Perez, bien reputados todos ellos en la república literaria. Notaremos sin embargo, que casi todos estos escritores le han considerado principalmente bajo el aspecto de la forma

oratoria.

tinguióse entre todos el diligente don Nicolás Antonio, quien logró desvanecer no pocos errores de los eruditos, ya relativos á la vida, ya á las obras de Marco Ánneo Séneca 1. Grandes han sido. pues las disputas, mezcladas de vituperios y alabanzas, á que han dado aquellas orígen; pero ¿ha llegado la crítica á considerar cuestion tan importante para nuestra literatura, bajo su verdadero aspecto?... No iríamos por cierto fuera de camino, si asentáramos que se ha perdido lastimosamente de vista lo que Marco Ánneo representa, respecto de la tribuna y literatura romana, bien que se hayan hecho acaso ligeras indicaciones sobre este punto. Para quilatar el mérito de tan respetable orador, necesario es que recordemos algunas circunstancias de su vida, trasmitidas á la posteridad por su propia pluma.

Nació Marco Ánneo Séneca en Córdoba por los años 695 de la fundacion de Roma: de familia ilustre, que se contaba en el órden de los caballeros, cuidaron sus padres de educarle esmeradamente, estimulados tambien por las esperanzas de su ingenio. Aplacado ya el furor de las guerras civiles, lleváronle á Roma, cuando apenas contaba diez y siete años: procuró allí perfeccionarse en el estudio de la elocuencia, y acompañado de su tierno amigo y compatriota, Porcio Latron, siguió las huellas de Marilio, á quien entrambos eclipsaron. Fueron los más celebrados oradores romanos objeto preferente de la juventud de Séneca: dotado de memoria tan prodigiosa que llegaba á repetir «dos mil nombres en el órden con que eran pronunciados,» y decia uno por uno los versos que recitaban los que asistian con él al aula de Marilio 2, atesoró en su mente cuantas oraciones pudo oir de los más renombrados tribunos. Treinta y siete años permaneció en Roma entregado á estos estudios, restituyéndose en el de 748 á su patria, donde se desposó con Helvia, dama tambien de ilustre nacimiento é iniciada, como él, en el cultivo de la literatura. Fruto de este matrimonio fueron Anneo Novato, Lucio Ánneo Séneca y Ánneo Mela; y deseando Marco darles educacion tan cumplida como á su nacimiento convenia, llevólos á Roma con su esposa, no salidos toda

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via de la infancia. Alcanzó allí de nuevo grande reputacion, enseñando el arte retórica y declamatoria; y cuando ya contaba 72 años de edad, cediendo á los ruegos de sus hijos, emprendió la tarea de recopilar los discursos y sentencias de los oradores, á quienes admiró en su juventud; discursos y sentencias confiados únicamente á su casi milagrosa memoria.

Este es, pues, el momento más solemne de la vida de Marco Anneo: durante su juventud se habia empapado en el estudio práctico de los grandes oradores romanos, excepto Ciceron, cuyo inspirado acento no le habian dejado escuchar las discordias civiles 1. Muerto aquel sublime ingenio, comparable sólo á la grandeza de la República romana, apagadas una á una las lumbreras del foro, apenas encontró Séneca, cuando volvió á Roma, vestigios de aquella elocuencia que habia competido en majestad con la del Ática. «Desde entonces (decia) todo ha decaido, ya por el desenfreno de >>los tiempos, pues no hay cosa que más amortigue los ingenios »>que la lujuria; ya porque no premiándose el verdadero mérito, se >>ha pasado toda conferencia á tratar de cosas torpes, únicas que »obtienen honra y ganancia; ya en fin por la desgracia comun de >>que en llegando las cosas al sumo grado, hayan de dar en el ín>>fimo con velocidad mayor que jamás subieron. Están por conse>>cuencia entorpecidos los ingenios de los jóvenes, y por desidia >>no quieren emplearse en cosas honestas. El sueño y la pereza y >>(lo que es peor) las malas artes, han llegado á apoderarse de >>ellos: los obscenos estudios de cantar y bailar los tienen afemi>>nados: consiste toda su gloria en llevar cortado el pelo, en tener >>la voz delicada como las mujeres, en competir con ellas en los >>afeites del cuerpo y acicalarse con los más inmundos ungüen>>tos!... Tanta es la ignorancia (añadia) que con facilidad hacen >>creer ser suyo propio lo que trabajaron los hombres más discre>>tos; y porque no son capaces de tener elocuencia, no cesan de >>profanar la más sagrada. Por todo esto haré yo lo que pedís y

1 Omnes magni in eloquentia nominis, excepto Cicerone, videor audisse. Nec Ciceronem quidem aetas mihi eripuerat, sed civilium bellorum faror, qui tunc totum orbem pervagabatur, intra coloniam meam continuit '(In praefatione lib. 1 Controversiarum).

»>publicaré cuantos dichos yo conservo de los hombres más ele»gantes, para que ninguno en particular se los apropie; en que >>parece que haré mucho favor á sus legítimos autores, cuyo olvi>>do está muy cercano... Y por tanto, para que no sean del todo »desconocidos, ó para que de ellos no se tenga noticia errada, da»ré con suma fidelidad á cada uno lo que es suyo, pues juzgo que >>he oido á todos los oradores de grande crédito» 1. Tal fué el noble propósito de Marco Ánneo.

Si, pues, ya por los años de 777 yacia hundida la elocuencia romana en vergonzosa postracion, ¿cómo se acusa á este español ilustre de haberla corrompido?... Si aspira por el contrario á recoger en fiel depósito cuanto en su juventud habia oido á los más distinguidos oradores, procurando así restaurar la tribuna, ¿por qué hacerle responsable de la aspereza de unos, de la pesadez de otros, del refinamiento ó afectacion de aquellos? Á la verdad, lejos de merecer vituperio, son dignos de toda alabanza los esfuerzos de Séneca: proponíase con el egemplo de los grandes modelos, despertar en sus hijos el amor al arte, cuya ruina á la sazon se consumaba, y rescatando del olvido aquellas obras, que tanto aplauso habian conquistado á sus autores, trasmitirlas á la posteridad, como único tesoro de su juventud, descubierto en los últimos dias de su vida. Bajo uno y otro aspecto fué meritoria la obra de Marco: sin ella conoceriamos apenas los nombres de los ilustres cordobeses que llevamos citados, y hubieran acaso desaparecido en la catástrofe de la tribuna los de Fabiano, Fusco, Albucio, Musa, Sparso, Scauro, Labieno, Osco y tantos otros oradores como excitan hoy el celo de los eruditos y tienen lugar distinguido en la historia de las letras latinas, merced á la inteligencia y loable solicitud de Séneca.

Las Controversias y Suasorias, de que han llegado á nuestras manos once libros no completos 2 son, pues, testimonio in

1

2

In praefatione 1.a Controversiarum.

Oportuno parece advertir que el desórden con que se han dado á luz estas obras, ha sido orígen de que aparezcan más incompletas de lo que realmente han venido á nuestros dias. Las Controversias, que pertenecen á lo que Quintiliano llama género judicial, componen diez libros, con el número de setenta y cuatro: las Suasorias, que caen bajo la jurisdiccion del género delibe

equívoco de lo que habia sido y era, cuando Marco formaba aquella preciosa compilacion, la elocuencia romana. En el espacio de sesenta y seis años la habia visto descender desde su mayor encumbramiento á su más afrentosa decadencia; efecto sin duda del cambio que habia experimentado la política, perdiendo al fin su influjo y omnimoda preponderancia la tribuna. La tarea de Séneca, al recoger aquellos inapreciables despojos, ilustrados en los siglos XVI y XVII con eruditos comentos de muy aplaudidos humanistas 1, era esencialmente crítica; punto de que debieron partir todos los juicios, ya de los que se han propuesto vindicarle de la nota de corruptor de la elocuencia y literatura latinas, ya de los que sin fijar la vista en el espíritu de los tiempos, le han pretendido abrumar con sus arbitrarias censuras. Mas sin duda no contemplaron ni unos ni otros que la misma variedad de estilo que caracteriza los fragmentos, dichos y sentencias de más de cien

rativo, sólo ascienden á siete. De notar es no obstante que los libros mejor conservados de las Controversias no pasan de cinco, habiéndose publicado repetidas veces con nombre de L. Ánneo Séneca, lo cual ha producido muy groseros errores. Algunas de estas Controversias fueron traidas al castellano por el inmortal Quevedo, ingenio altamente apasionado de los Séneças; mas siendo este uno de los MSS. que en sus persecuciones le tomaron y ocultaron, se ignora aun su paradero. (Tarsia, Vida y obras póstumas de don Francisco de Quevedo, pag. 19). Quevedo puso al final de la Vida de Marco Bruto las dos últimas Suasorias, que se refieren á Ciceron, suponiendo que reflexiona en la primera el gran orador romano sobre si ha de pedir perdon á M. Antonio, y que duda en la segunda si ha de quemar sus libros, prometiéndole Antonio la libertad, con tal que así lo hiciera. Ambas Suasorias ha reproducido con más esmero del que se puso en la impresion hecha en vida del mismo Quevedo, su renombrado colector nuestro singular amigo don Aureliano Fernandez-Guerra (Obras de Quevedo, t. I, págs. 164 y 166).

1 Demás de los escritores nacionales que arriba mencionamos, son dignos de citarse en este lugar los nombres de los extranjeros Nicolás Treveth, Marco Antonio Mureto, Nicolás Fabro, Justo Lipsio, Juan Grutero, Andrés Scoto, Juan Federico Gronovio, Rodolfo Agricola y otros no menos distinguidos ilustradores de las obras de Marco Ánneo que han llegado hasta nosotros. El diligente don Josef Rodriguez de Castro dá en su Biblioteca Española razon de las más importantes ediciones que de las mismas se han hecho, tanto dentro como fuera de España (Tomo II, art. M. Anneo Séneca, pág. 21 y siguientes). Nosotros nos valemos de las ediciones clzevirianas (Leyden, 1649; Amsterdam, 1672).

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