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como testigo de vista, ejerciendo grande influencia en la suerte del Estado 1. No tiene igual importancia el Cronicon que pareció compendiar por aquel tiempo Melito; y sin embargo merece ser consultado para comprender la cronologia, tal como la estableció Isidoro, siguiendo la Era mundana, y fué despues adoptada por los historiadores españoles, segun arriba queda indicado. El referido Cronicon abraza desde el principio del mundo hasta el quinto año de Heraclio, emperador del Oriente, y cuarto de Sisebuto, rey de los visigodos 2.

Dejamos pues ligeramente delineada la gran figura del celebérrimo obispo de Sevilla, quien nutriendo su espíritu con la filosofia y las letras del mundo clásico y con los gloriosos frutos de los primeros siglos de la Iglesia, habia logrado descorrer el velo de la antigüedad ante los ojos del clero español, que le venera como apóstol y le respeta cual maestro. Su voz se alza entre la admiracion y el aplauso de doctos é ignorantes, ejerciendo tan singular prestigio, que pasmados de su dulzura y facundia, anhelaban de nuevo escucharle cuantos lograban oirle por vez prime

1 La Historia de Regibus Gothorum empieza propiamente en el reinado de Athanarico y termina en el quinto año de Suinthila [626], comprendiendo el largo período de doscientos cincuenta y seis años. Lástima que no hubiese proseguido los diez siguientes hasta su fallecimiento. Las historias de vándalos y suevos abrazan en breve compendio hasta la extincion de ambas naciones.

2 Incluido despues, aunque muy sumariamente, este Cronicon en el libro V de las Etimologias, le añadió San Isidoro cinco años, manifestando que se hallaba en el décimo del Imperio de Heraclio, en esta forma: «Colligitur omne tempus ab exordio mundi usque in praesentem annum decimum gloriosissimi principis, qui est Heraclius. vMDccclvij.» Se vé por tanto que el Cronicon de las Etimologias se terminaba en el primer año de Suinthila, á cuya edad pareció traer el obispo de Sevilla el Cronicon grande, pues que al final de dicho V libro declaraba, hablando de Eusebio, San Geronimo y Victor Turonense: «Horum nos temporum summam ab exordio mundi ad Augusti Heraclii Imperatoris vel Suinthilani, regis gothorum.» El diligente fray Juan del Saz habla en su Crónica de España emilianense de un Cronicon de San Isidoro que llegaba hasta la Era 690; pero este, como otro inserto en el códice j. &. 3. de la Biblioteca del Escorial, que arriba citamos, y que termina en la Era 781, fué añadido despues de la muerte del Santo, no pasando el que se ha publicado con su nombre del año 616.

ra 1. Grave y severo, pero claro y sencillo, se ostenta no obstante en sus numerosas obras, hallando siempre al exponer la doctrina la fórmula más adecuada é inteligible, sin que el menor resabio de afectacion altere la naturalidad de su frase, ni el más leve asomo de oscuridad desvirtúe el efecto producido por su lectura. Como escritor erudito, atiende á dar mayor fuerza y autoridad á sus especulaciones con el auxilio de la filologia, prefiriendo entre todas las lenguas la griega, con lo cual muestra á menudo la índole de sus estudios y educacion literaria.

Semejantes circunstancias al paso que dan á su estilo cierta elevacion, le comunican tambien notable austeridad, despojándolo de las galas, con que pudo haberlo exornado, al recordar que habia frecuentado en su juventud el culto de la musa cristiana; pero ya sea que la misma naturaleza de sus obras le obligase á seguir aquella senda, ya que no osara contravenir, cuando estaba enseñando, las leyes del género didáctico, es lo cierto que no halla la crítica en Isidoro aquellos arranques de verdadera elocuencia, que son de esperar en sus producciones, conforme á los elogios de Bráulio é Isidoro, sus discípulos.

Ni conviene tampoco pasar en silencio que á pesar del maravilloso éxito obtenido por el metropolitano de la Bética en la restauracion de las ciencias y de las letras, no puede presentarse su lenguaje cual acabado modelo, dando esto orígen á que no despreciables críticos extranjeros declaren, sin más apelacion, que habló el latin bárbaro de su tiempo 2. Debe, sin embargo, repa

1 Tantae iucunditatis afluentem copiam in eloquendo promeruit, ut ubertas admiranda dicendi ex eo in stuporem verteret audientes, ex quo audita bis qui audisset, non nisi repetita saepius commendaret (San Ildef., De Viris illust., cap. IX). Casi las mismas palabras emplea San Braulio.

2 M. Amedeo Duquesnel en su Histoire des Lettres dice: «Il parle le latin barbare de son temps (tomo IV, Moyen Age, pág. 28): el ya citado Bourret, mejor informado y con más exacto conocimiento de las obras de Isidoro, le vindica diciendo: «Peu d'hommes ont possédé une aussi grande varieté de connaissances que cet evêque espagnol; peu-être même serait il difficile de trouver un esprit aussi ètendu, sinon aussi, profond et aussi élevé... Toutes les sciences lui sont familières; il parle toutes les langues; il connait tous les arts» (L'École cretienne de Seville, págs. 98 y 99). Quien poseia todas las lenguas sábias, no puede ser acusado de hablar sólo el latin bárbaro de su tiempo

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rarse en que escribia Isidoro para ser entendido de los más, y en que por grande que fuera el anhelo, con que procuró restaurar la gloria de Ciceron y de Virgilio, ni podia renunciar al principal fruto de sus tareas, ni le era tampoco hacedero el restituir á la lengua latina su antigua majestad y pureza. El galardon alcanzado por Isidoro era de más subido precio: dentro de la Iglesia católica, y bajo sus poderosos auspicios habia realizado la empresa más grande y digna de alabanza que podia concebir el ingenio humano en medio de las tinieblas, que por todas partes envolvian á las naciones del Occidente. La luz, que atesoraban sus obras, brilló en aquella oscuridad, como radiante é inextinguible lumbrera, no pareciendo sino que amenazado el mundo de nuevas conturbaciones, le habia elegido la Providencia para que sirviera de faro á las edades futuras, recogiendo en un solo punto y legando á la posteridad, en cuanto consentian los tiempos, la nocion pura de las antiguas civilizaciones. Que este fin, más trascendental y fecundo que el simple cultivo de una forma, cualquiera que sea su pulcritud y belleza, fué obtenido por Isidoro, nadie habrá que ose ponerlo en duda, cuando examinados á la luz de la filosofia sus numerosos trabajos, se descubra el vigoroso reflejo de ellos en las producciones de cuantos, animados de iguales deseos, se asocian á aquel grande y extraordinario movimiento de ilustracion y de cultura.

Tan señalada fué la influencia de Isidoro y tan saludable el egemplo de su laboriosidad y amor á los estudios, que grandes y pequeños, reyes y magnates tuvieron á gala seguir sus gloriosas huellas, ovidados ya los antiguos hábitos de ferocidad y de barbarie. Pero ya queda advertido: en medio de aquella brillante pléyada de ingenios, cuyos pasos se dirigen constantemente à una misma meta, aparecen más íntimamente unidos al metropolitano de la Bética Redempto, Bráulio é Ildefonso, quienes recogiendo las venerables memorias del sabio maestro, erigian tambien à su propia fama duradero monumento, llevando la vividora semilla

sin que se desconozca plenamente el estado y carácter de los estudios, y lo que es peor, la alta representacion de San Isidoro, á quien tampoco era dado eseribir el latin de Augusto.

caida de sus manos á fructificar en distintas comarcas. Redempto, clérigo de la iglesia de Sevilla, que le apellida su señor (dominus meus Isidorus), permaneciendo en aquella metrópoli, traza con tierna solicitud los últimos instantes de la vida del grande hombre, cuya piedad y contricion, edificando á cuantos le contemplarón, formaban sublime maridaje con su saber profundo y utilisima doctrina 1: Bráulio, á quien muerto su hermano Juan 2, llama el pueblo de Zaragoza á la silla de sus 'obispos, é Ildefonso, á quien estaba reservada la mitra de Toledo, escriben su vida con no menor cariño: ambos trasmiten á la posteridad la noticia de sus felicísimas tareas; ambos duplican con su respeto la universal veneracion, que era tributada á su nombre, y ambos manifiestan en sus propias obras que no en balde habian alcanzado la dicha de apellidarse sus discípulos.

Á Bráulio, que precede á Ildefonso en el ascendiente que uno y otro ejercieron en la república, habia tocado la honra de trasferir al suelo de la antigua Celtiberia el tesoro de la doctrinal isidoriana: más activo y enérgico que Ildefonso, bien que no menos dulce y afable, al propio tiempo que ornaba su Iglesia con doctas escuelas, alcanzaba alta representacion en el Estado. Su prudencia le hacia brillar en los concilios V y VI de Toledo, como digno heredero de Isidoro, de quien habia aprendido tambien á tratar los más elevados asuntos de la Iglesia y de la república, al verle presidir el IV de los concilios nacionales: haciendo igual muestra de ciencia y de virtud, figuraba entre los prelados españoles por última vez en el VIII, habiendo sobrevivido veintiun años á su respetado maestro [657].

No es el insigne obispo de Zaragoza tan fecundo como otros escritores de su tiempo; y sin embargo mereció el respeto de sus coetáneos por las obras que durante su largo pontificado produjo. Dióle no escasa nombradia la Vida de Emiliano (San Millan), que debia siglos adelante inspirar la musa religiosa de Berceo; y

1 Isidoro murió, segun expresa Redempto, el dia 4 de abril de 636.

2 San Ildefonso dice que el hermano de Bráulio era «vir in sacris litteris eruditus, plus verbis intendens docere quam scriptis» (De Viris illust., capítulo VI).

obtuvieron el mismo éxito el Martirio de los hermanos Vicente, Sabina y Cristeta, y las Vidas de los Padres, siendo muy dignas de estima las numerosas epistolas, en que ya dirigiéndose á su maestro y á sus condiscípulos, ya á los monarcas visigodos Chindaswinto y Receswinto, acreditaba la singular estima en que sus más ilustres coetáneos le tuvieron 1.

Contribuia pues el discípulo de Isidoro al mayor logro de la idea católica, alma de aquel esclarecido varon, y trabajaba para asegurar el triunfo moral de la raza hispano-latina por cuantos caminos le era lícito: inculcadas una y otra idea en su diócesi, ya con el egemplo, ya con la palabra, sosteníalas denodado en los concilios; y poniendo delante de los cristianos el santo egemplo de los mártires y la humilde abnegacion de los ascetas, consignábalas por último en sus escritos, que se distinguen entre los de sus contemporáneos por la naturalidad, dulzura y elegancia de su estilo y lenguaje.

Pero lo que más gloria dá al obispo de Zaragoza es el haber merecido la predileccion de Isidoro hasta el punto de considerarle digno de poner su mano en las Etimologias, que segun queda advertido, quiso el sabio maestro someter á su ilustrada crítica. Sin duda, aunque pareció alterar Bráulio el método en ellas seguido, hubiera sido infecundo aquel maravilloso libro, si á la muerte del insigne maestro, no se hubiese apresurado á utilizar, en bien de la Iglesia, haciéndolas patrimonio de la escuela por él

1 Entre las obras atribuidas á San Bráulio se cuenta un libro De Adventu SS. Apostolorum Iacobi, Petri et Pauli in Hispanias, y las actas de los mártires de Zaragoza con este título: Passio SS. innumerabilium Caesaraugustariorum Martyrum, etc. El erudiro Risco, contra lo que habian asentado don Nicolás Antonio y otros respecto del segundo opúsculo, demostró que no podia tenerse por obra del discípulo de San Isidoro (España Sagrada, tomo XXX, pág. 311 y siguientes): en el mismo volúmen recogió una preciosa coleccion de cartas escritas por el santo (con las respuestas de su maestro y de Emiliano, San Eugenio, Chindas winto, Receswinto y San Fructuoso), compuesta de cuarenta y cuatro (pág. 175 y siguientes). El cód. j. b. 13 de la Bibl. Escurialense, que dejamos citado arriba, contiene puestas en castellano, con otras epístolas de San Isidoro á Masona, San Eugenio y Leofredo, las señaladas en el catálogo del P. Risco con los números III, IV y VIII.

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