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CAPITULO I.

PRIMEROS INGENIOS ESPAÑOLES.

DE PORCIO LATRON Á MARCO ÁNNEO SÉNECA.

Primitivos pobladores de España.-Colonias anteriores á los romanos.-Rivalidad de Roma y de Cartago.-Triunfo de Roma.-Conquista de España. -Medios empleados para llevarla á cabo.-Política de la República.-Postracion de España ante la tiranía y crueldad de cónsules y pretores.-El Imperio. Su política.-César y Augusto.-Su proteccion á España.-Prosperidad de la Península.-Primeros ingenios españoles que cultivan las letras latinas. Porcio Latron: su escuela declamatoria.-Junio Galion.-Turrino Clodio. Cornelio Hispano y Victor Estatorio.-Los dos Balbos.-Cayo Junio Higino. Sus obras.-Marco Ánneo Séneca.-Sus Controversias y Suasorias. -Sus loables esfuerzos para contener la caida de la tribuna.-Carácter general de estos escritores.

Tarea difícil y poco fecunda para nuestro propósito seria la de empeñarnos en largas investigaciones sobre las varias gentes, que entraron en la Península Ibérica antes de la dominacion romana. Envuelta la memoria de aquellos primeros pobladores en las tinieblas de la fábula, ni la venida de Tubal ó de Tarsi, ni el reinado de los Geriones, ni las empresas de Hércules, ni las expediciones de Nabucodonosor, de Tearcon y de Sesac pueden ser admitidos

por la crítica como otros tantos hechos incuestionables 1. No se hallan tampoco más exentos de errores y contradicciones los estudios ensayados respecto de las primeras colonias, que á nuestro suelo aportaron: toda la diligencia, toda la erudicion, empleada con este intento, no ha sido bastante á romper el círculo de las

1 Lícito juzgamos observar que todos estos hechos carecen de verdadero fundamento histórico. Limitándonos, por egemplo, á la expedicion de Nabucodonosor, que los historiadores arábigos y rabínicos hicieron vulgar en la edad media, será bien advertir que sólo se apoya en el dicho de un narrador indio, citado por Estrabon y por Josefo, á quienes todos los escritores que la admiten traen como autoridad, olvidando ó desconociendo sus palabras. · Remitiéndose el geógrafo griego á Megásthenes, colocado por él entre los narradores fabulosos, decia: Ναβοκοδρόσορον δὲ τὸν παρὰ Χαλδαίοις εὐδοκί μησαντα, Ηρακλεους μᾶλλον, καὶ ἕως Στηλων ἑλασα!· μέχρι μέν δή δεῦρο καί Τεάρκωνα ἀφικέσθαι· ἐκεῖνον δὲ καὶ ἐκ τῆς Ἰβηρίας εἰς τήν Θράκην καὶ τὸν Ποντον ἀγαγεῖν τήν στρατιάν (α). «Dice [Megasthenes que Nabucodo»nosor, á quien los caldeos anteponen á Hércules, llegó hasta sus columnas, »antes que Tearcon, y que de Iberia llevó su ejército á Tracia y al Ponto» (Lib. XV, cap. I).

El hebreo Flavio Josefo, ponderando la magnificencia que Nabucodonosor habia desplegado en su palacio, para agradar á su esposa con el recuerdo de su patria (Media), no sin declarar que sólo hacia oficio de compilador, escribe: Καὶ Μεγασθένης δὲ ἐν τῇ τετάρτῃ τῶν Ινδικών μνημονέυει αὐτῶν, δι ἐς ἀποφαίνειν πειρᾶται τοῦτον τὸν βασιλέα τῇ ἀνδρεία καὶ τῷ μεγέθει τῶν πράξεων ὑπερβεβηκότα τὸν Ηρακλέα. Καταστρεψασθαί γὰρ αὐτόν φησί Λιβύης τὴν πολλὴν καὶ Ἰβηρίαν. «De estos huertos hace mencion Megasthenes »en el cuarto volúmen de las cosas de India, donde procura mostrar que el rey »[Nabuco] dejó muy atrás en la virtud y grandeza de sus hazañas al mismo >>>Hércules, habiendo sojuzgado no sólo la más principal ciudad de África, sino >>buena parte de Iberia» (T. II, p. 365). Siendo este el único fundamento que así los historiadores árabes y rabínicos como los cronistas españoles, tuvieron para recibir la expedicion de Nabucodonosor, es evidente que no puede esta ser admitida hoy por la crítica, cual un hecho realmente histórico; pues que examinados ambos pasajes, resulta demostrado que Estrabon y Josefo alegaron el testimonio de Megásthenes, sin darle crédito alguno y contándole en el número de los forjadores de prodigiosos relatos. No mayor fé merecen en nuestro juicio las demas expediciones.

(a) Parécenos bien advertir que usamos con preferencia, para los textos y citas de los historiadores clásicos, la edicion estereotípica de Carlos Tauchnitz, una de las más esmeradas y que gozan de mayor autoridad entre los eruditos. Con esta advertencia será fácil á los lectores confrontar, si les place, todos los textos, evitando la confusion que resulta del cotejo de la mayor parte de las ediciones antiguas.

conjeturas, enredándose en interminables digresiones filológicas ó etnográficas cuantos, llevados del noble deseo de la verdad, procuraron ilustrar con sus trabajos aquellas remotísimas edades 1.

Muchas fueron las gentes que (siguiendo estas eruditas investigaciones) penetraron en España, desde la confusion de las lenguas y dispersion de los pueblos hasta la entrada de los romanos, acaecida en 536 de aquella metrópoli. Vinieron los celtas, los sármatas y los asirios; aportaron los griegos naturales de Zacynto, los de Samos, los messanenses, los focenses, los rodios, los gálatas y los curetes; tomaron asiento en la Península los iberos orientales, los persas, los lacedemonios ó lacones, los tirios ó fenicios y los penos ó cartagineses 2. Pero si bien puede conjeturarse el tiempo en que arribaron algunas de estas gentes á la Península, ¿en qué regiones de ella fijaron sus moradas? ¿Qué ciudades fundaron?... ¿Qué religion, qué leyes, qué lenguas trajeron á nuestro suelo?... ¿Qué influencia pudieron ejercer en su civilizacion futura?... Cuestiones son estas, cuya completa solucion nos parece punto menos que imposible: cuanto sobre esto se sabe, cuanto puede asegurarse, no excede de la esfera de las probabilidades ó hipótesis, pues que no se han trasmitido á la posteridad monumentos tales que disipen y satisfagan nuestras legítimas dudas.

Afirman los historiadores, apoyándose en el testimonio de Boc

1 Debemos hacer aquí especial mencion de los diligentes Mohedanos, quienes, en su Historia literaria de España, procuraron ilustrar con suma erudicion aquellos primitivos tiempos, ostentando sus profundos conocimientos filológicos en la multitud de cuestiones que promueven. Mas á pesar de todo, ni la superior instruccion ni la exquisita diligencia de estos filólogos y anticuarios han podido arrojar verdadera luz sobre tan remotas edades, siendo en gran manera sensible que no correspondan los resultados á tan laudables é improbos esfuerzos. Las tareas de los PP. Mohedanos, relativas á esta época, son no obstante de grande utilidad para el estudio de la antigua geografia española.

2 Don Luis José Velazquez, Ensayo sobre los alfabetos de las letras desconocidas que se encuentran en las más antiguas medallas y monumentos de España (Madrid, 1752). Plinio habia dicho: In Universam Hispaniam M. Varro pervenisse iberos et persas et phoenicas celtasque et poenos tradit (Natur. Hist., lib. III, cap. III). Lo mismo indica repetidamente respecto de los pueblos de origen scito-helénico, segun advertimos en el texto.

cho, aducido por Plinio, que doscientos años antes de la guerra de Troya (1100 antes de J. C.) fundaron los zacyntios en nuestras costas orientales la ciudad de Sagunto, principio y base de las demas colonias griegas, en aquel litoral establecidas. Seguido de los ídeos ó curetes, aportaba por aquellos tiempos (1020 antes de J. C.) á las playas turdetanas el atrevido Archelao; y echando los cimientos á la celebrada Gadir, abria de esta manera las puertas al comercio de tirios y españoles. Derramábanse en tanto los ligures por las costas septentrionales 1, y fundaban los rodios en Cataluña la ciudad de Rosas; mientras terminada la guerra de Troya, se aumentaban las colonias helénicas, y extendiéndose al Mediodia é internándose en las regiones de la Bética, levantábanse los muros de Odissea, 904 años antes de nuestra Era 2. Introducidos por estos senderos los griegos y fenicios en la antigua Iberia, fuéronse ensanchando á la sombra del comercio sus nacientes colonias; y ya esparciéndose por las comarcas mediterráneas, ya por las turdetanas, lograron al cabo dominar aquellas extendidas provincias, llevando tambien su influjo á las vecinas. Odissea, Cástulo, Tarteso, Menaca, Rodope, Ampurias, Rosas y otras muchas ciudades, que en concepto de los más entendidos filólogos conservan todavia nombre griego, fueron pobladas por los focenses, rodios y messanenses: Córdoba, Malaca, Abdera, Asindon, Carissa, Carteya y otras debieron su fundacion á los fenicios, poblándose más adelante, desde Virgi hasta el Anas, de moradores que traian el mismo orígen.

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Otro linaje de pobladores acudió tambien á la Península desde las más remotas edades: 700 años antes de la venida de los griegos, habian ya verificado los celtas notables expediciones, de que debieron quedar sin duda abundantes vestigios; mas doblando al cabo el Pirineo (600 antes de J. C.), inundaron en número de trescientos mil una y otra orilla del Ebro, dilatándose hasta el mediodia del Anas, de donde tomaron aquellas partes el nombre

1

Festo Rufo Avieno: De Oris maritimis.

2 Estrabon, Rerum geographicarum, lib. III. Lo mismo asientan los PP. Mohedanos, con la autoridad de este geógrafo.

3 Estrabon, id. id.

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