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á la luz en humilde cuna, y tiene por escuela el infortunio y la pobreza: aquel se hombrea con los magnates y cuenta por compañero de sus estudios al heredero de la púrpura: este solicita la proteccion de los patricios, y se granjea la compasion de los emperadores, lisonjeando su vanidad y su orgullo. Mas á pesar de esta diversa situacion, que importa reconocer convenientemente para apreciar en su valor verdadero las obras de tan señalados poetas, no pueden menos de descubrirse en sus producciones aquellas dotes, que en los ingenios españoles resaltan desde la antigüedad más remota, reflejándose en ellas, con la misma fuerza que en las obras de Séneca, el estado social y político de la capital del mundo.

Marco Ánneo Lucano aparece á nuestra vista como el más legítimo heredero de Lucio Ánneo Séneca: nacido en Córdoba por los años 36 de Cristo, fué llevado á Roma en su más tierna edad, despertando desde su niñez las esperanzas de sus padres, Ánneo Mela y Caya Acilia 1, de noble y distinguido linaje, quienes pusieron su educacion al cuidado de insignes gramáticos, retóricos y filósofos. Fueron estos Q. Remmio Palemon, Flavio Virginio y Cornuto 2, que á la sazon gozaban en aquella metrópoli de grande nombradia. Entrado ya en la adolescencia, reclamó Séneca para

1 Digno es de tenerse presente que los primeros comentadores de Lucano supusieron, como los de Hesiodo, que siendo niño, se vió su cuna rodeada de abejas, las cuales se posaron en sus labios «aut dulcem iam spiritum eius in>>haurientes, aut facundum... futurum significantes.» Lo mismo se dijo, ntre otros muchos, del inmortal cantor de Beatriz, manifestando la relacion de estos prodigios que al reconocer la superioridad de los grandes hombres, aude siempre la humana flaqueza á lo sobrenatural y maravilloso, para no cmfesarse humillada y vencida.

2 Era tanta la fama de Palemon, que Suetonio asegura haber logrado el primer lugar entre los gramáticos (principem locum inter grammaticos enuit). Su arrogancia fué tal, sin embargo, que dió á Varron nombre de purco (ut Varronem porcum appellaret), añadiendo que con él habian nacido y debian morir las letras (et natas et morituras litteras) (Suetonio, De illut. gram., cap. XXIII). No menor reputacion alcanzaron Virginio y Cornuɔ: maestro el último de Persio, y grandemente aplaudido por la juventud romana, tuvo la desdicha de caer en desgracia de Neron, que le desterró el años4 de J. C. Lucano le debió las primeras nociones de la filosofia estóica.

sí la enseñanza de su sobrino, procurando iniciarle en los sistemas filosóficos por él seguidos, así como tambien en las máximas literarias, realizadas en sus tragedias. Tenia Lucio Ánneo á su cuidado la educacion de Domicio, hijo de Agripina, cuyas intrigas le habian abierto el camino del Imperio: deseando preparar brillante porvenir al hijo de Mela, asocióle al jóven Domicio, quien prendado luego de su viveza y buen natural, cobró por él extremado cariño. Creia Séneca de este modo realizada la obra de su ambicion respecto de Lucano, y no advirtió que era la amistad de Neron el más fatal presente que podia hacer á su familia.

Señalábanse ambos jóvenes por su amor á la poesía, en cuyo cultivo, así como en el de la música, mostraba el hijo de Agripina no despreciables dotes: Lucano consagraba las primicias de su ingenio á celebrarlas '; y dominando en Roma, cual síntoma de inevitable decadencia, la vana costumbre de recitar los poetas sus propias producciones en los teatros públicos, acudieron ambos á ostentar en aquellos palenques sus lozanos ingenios. Temeroso Lucano de causar enojos á su imperial compañero, que preciaba más la corona del músico y del poeta que la púrpura de los Césares, habia refrenado siempre el vuelo de su imaginacion, rica y poderosa, rindiendo el lauro de tan hidalga liza á los pies de su coronado rival 2. Llegó al cabo un momento en que no fué dado al hijo de Córdoba recoger las alas de su indomable ingenio, y aquel momento fué la señal de su ruina. Cumplióse el plazo designado para aspirar al gran premio, que debia adjudicarse en el magnífico teatro de Pompeyo: Neron y Lucano aparecieron pues como competidores: juzgaba el primero que nadie osaria disputarle la pal

1 Nec tamen ludicrae tantum Imperatoris artes notescerent, carminum queque studium adfectavit, contractis quibus aliqua pangendi facultas (Tacito, Ant.., lib. XIV, cap. XVI). «M. Annaeus Lucanus, cordubensis, prima ingenii experimenta in Neronis laudibus dedit» (Suetonio, Lucani Vita).

2 Este sacrificio del amor propio no podia ser duradero en quien no careca en verdad de legítimo orgullo. Los escritores de la antiguedad motejaron no obstante á Lucano de jactancioso; y Suetonio observa que «tantae le>>vitatis et tam immoderatae linguae fuit, ut in praefatione quadam aetatem nel nitia sua cum Virgilio comparans, ausus sit dicere: Et quantum mihi res»tat ad Culicem?.....» (Lucani Vita).

ma, acostumbrado á gozar los honores del triunfo: pesaba al segundo el ceder tan fácil y constantemente el galardon de una lucha, donde reconocia la superioridad de sus fuerzas; y aguijoneado por el instinto de la independencia, que anidaba en su pecho, se presentó en el teatro de Pompeyo, resuelto á no dejarse vencer sin verdadero certamen.

Cantaba Lucano la bajada de Orfeo á los infiernos para libertar á su perdida esposa 1: Neron habia tomado por asunto de sus versos la metamórfosis de Niobe. Todo lo más ilustre de aquella metrópoli, que así buscaba el olvido de su degradacion por el camino de los deleites, estaba en el teatro: alli habian concurrido tambien todos los más insignes poetas del Imperio. Largos aplausos resonaban, al terminar cada uno de aquellos vates la recitacion de sus composiciones: parecia sin embargo inclinarse el triunfo á favor de Neron, cuando apareció Lucano en la escena. Su aspecto noble y simpático, su continente desembarazado y resuelto, su mirada altiva y serena, no pudieron menos de producir en los espectadores inesperada sensacion, á que hubo de seguirse profundo silencio. Empezó Lucano á recitar la composicion, en que fiaba su pretendida victoria: su voz clara, vibrante y majestuosa crecia á cada momento; radiaban sus ojos de entusiasmo, y parecia tomar su figura colosales dimensiones. Suspenso primero el auditorio, y arrebatado despues del mismo entusiasmo que agitaba al hijo de Mela, prorumpió al cabo en prolongados vítores y aplausos, no reparando ni el público ni el poeta en la presencia de Neron, y olvidando de todo punto que se contaba en el número de los contendientes. Sobrecogido el César por aquella imprevista derrota, é irritado contra el amigo que le habia vendido

1 Nicolás Funcio, De Imm. LL. Senectute, tratado XXXIII. Publio Papinio Estacio, que sobrevivió á Lucano, decia en su Genethliacon (de que nás adelante hablaremos) respecto de este desgraciado poema:

Ingratus Nero dulcibus theatris

Et noster tibi proferetur Orpheus.

De aquí parece deducirse sin repugnancia que, escribiendo Estacio desues de la muerte del discípulo de Séneca, hubo de recitarse de nuevo el Orfo en los teatros públicos, siendo aplaudido á despecho de Domicio.

y contra la muchedumbre que declaraba el vencimiento, se alzó - colérico de su silla, atravesó precipitadamente por entre los senadores y patricios, congregados para solemnizar su esperada victoria, y salió del teatro de Pompeyo, dejando á todos atónitos con tan extraña conducta. Tembló tambien Lucano, al volver en sí de aquel arrebato poético, y comprendió que la retirada de Domicio era una formal declaracion de guerra. La saña de Neron estalló en efecto, prohibiendo á su amigo y condiscípulo, primero que recitase en público, despues que escribiese composicion alguna '.

No podia ser más terrible para Lucano el castigo impuesto á su impaciente ingenio: habia nacido poeta, y el prohibirle escribir y recitar sus versos era lo mismo que condenarle al más cruel suplicio. Exasperado por el rigor de aquel tiránico precepto, acabó Lucano por odiar al amigo de su juventud 2, en quien habia fundado sus sueños de gloria y de quien habia recibido ya riquezas y honores 3, Vehemente y fogoso en el odio, como en el cariño, fué tan lejos el hijo de Mela, que no vaciló en tomar parte muy

1 Peregrino es por cierto el espectáculo que ofrecen á la contemplacion de la crítica aquellos príncipes que más deshonraban la púrpura de los Césares. Caligula, que se burla de Lucio Ánneo Séneca, juzgándosele superior en el arte declamatoria, le condena á muerte, porque le vence su elocuencia ante el Senado: Neron, cuya vanidad llegaba al punto de no sospechar rivales en el cultivo de la declamacion, de la música y de la poesía (Suetonio, Nero, cap. XXI), teniéndose por más poeta que Lucano, intenta sellar sus labios, al ser vencido en el teatro. Y lo más notable de todo, lo que descubre la singular contradiccion en que vivian aquellos tiranos, es el considerar que la tribuna y la elocuencia habian perecido virtualmente al golpe de sus iras, no contribuyendo poco sus liviandades y extravagancias á precipitar la ruina de la poesía y de las letras, en medio de la mortal corrupcion que inficionaba la sociedad gentilica. 2 Suetonio dice al propósito: «Neque verbis adversus principem, neque factis exstantibus post haec temperavit: adeo ut quondam in latrinis publicis, clariore strepitu ventris emisso, hemestichium Neronis, magna consessorum fuga, pronunciarit: Sub terris tonuisse putes (Lucani Vita). Suetonio intenta con el último rasgo bosquejar el carácter de Lucano, quien, segun él, fué más suelto de lengua y menos circunspecto de lo que á su felicidad convenia. 3 Aun no habia Lucano cumplido la edad de 17 años, cuando le distinguió Neron, concediéndole la Questura, dignidad que sólo podia ejercerse, segun unos historiadores, á los 25, y segun otros á los 27 ó 30. Poco iempo despues fué honrado con el Sacerdocio. La Qüestura de Lucano fué

principal y activa en la conjuracion ', á cuya cabeza habian puesto el tribuno Subrio Flavio y el centurion Sulpicio Aspro á uno de los más ilustres patricios. La conspiracion de C. Pison fué descubierta, y condenado á muerte M. Ánneo Lucano, como otros muchos conjurados. Aquel hombre que tanto arrojo y valor habia mostrado contra el tirano, tembló al aspecto del suplicio, y más débil de lo que pedia su propio decoro, cometió el repugnante crímen de revelar los nombres de sus amigos y de acusar á su propia madre, que era inocente, como tal conspiradora 2. Animado despues del espíritu estóico, que habia recibido de Séneca, desplegó serenidad tanto más notable cuanto mayor habia sido su flaqueza; y obtenida del César la libre eleccion de muerte, escribió á su padre algunas cartas sobre la correccion de ciertos versos suyos, y habiendo comido largamente, mandó á su médico que le rompiera las venas, recitando al expirar algunos pasajes del único poema que ha llegado á nuestros dias 3, y prodigando tiernas caricias á

señalada por haber restablecido la fiesta de los gladiadores, que costeó de su peculio, á pesar de eximirle la ley de esta obligacion, aneja antes al referido cargo.

1 Suetonio observa, para pintar la vehemencia de Lucano: «Ad extremum >>paene signifer Pisonianae coniurationis exstitit: multus in gloria tyrannici>>darum palam praedicanda, ac plenus minarum; usque eo intemperans, ut >>>Caesaris caput proximo cuique iactaret» (Lucani Vita). Tácito decia, al narrar la conjuracion pisónica: «Et Lucanus Annaeus, Plautiusque Lateranus [con>>sul designatus] vivida odia intulere. Lucanum propriae caussae accendebant, >>quod famam carminum eius premebat Nero, prohibueratque ostentare vanus >>aemulatione. Lateranum... nulla iniuria, sed amor reipublicae sociavit» (Lbro XV, cap. XLIX).

2 Suetonio formula esta terrible acusacion, diciendo: «Facile enim cor>>fessus, et ad humillimas devolutus preces, matrem quoque innoxiam inte >>>socios nominavit, sperans, impietatem sibi apud parricidam principem pro>>futuram» (Ut supra).

3 Suetonio, loco citato. El severo Tácito, que se muestra favorable á l familia de los Sénecas, trazada con dolorosos y terribles rasgos la muerte do L. Ánneo, pintaba así la de Lucano: «Is, profluente sanguine, ubi frigescere >>pedes mánusque et paullatim ab extremis cedere spiritum, fervido adhuc et >>compote mentis pectore, inteHigit, recordatus carmen a se compositum, que >>vulneratum militem, per eiusmodi mortis imaginem obiisse tradiderat, ver>>sus ipsos retulit: eaque illi suprema vox fuit» (Lib. XV, cap. LXX).

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