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ERASMO EN ESPAÑA

(EPISODIO DE LA HISTORIA DEL Renacimiento).

« I para que en medio de perpetuas tinieblas <«< pudiesen con mas libertad progresar en sus «< imposturas, arredraban a los suyos, como de « una peste, de la lectura de los buenos autores, «< i sobre todo de la de ERASMO. »

(Algunas artes de la Santa Inquisizion Española descubiertas, i al publico manifiestas, etc., por Reynaldo González de Montes. Trad. Usoz, pp. 261-2.)

I. LOS ERASMISTAS ESPAÑOLES.

Aun cuando se discuta, con más ó menos fundamento, el valor moral de la personalidad del ilustre humanista Desiderio Erasmo de Rotterdam (1465-1536), no puede ponerse en duda su excepcional representación histórica.

Erasmo personifica el Renacimiento. Es la sintesis de todos. los nobles impulsos, de todas las sanas energías, como de todos los desfallecimientos y debilidades de su época. En torno de su figura, como en torno de la de Sócrates en Atenas, de la de Voltaire en la Europa del siglo xvi, se agrupan personajes de importancia singular y se crea una atmósfera de actividad literaria que hace notablemente sugestivo su estudio.

Este interés aumenta si se tiene presente que Erasmo fué un educador glorioso y fecundo: que al amparo de su nombre surgieron escuelas y pensadores de nota, determinándose una falange literaria que, á no tropezar con preocupaciones sobrado arraiga

das, y á no chocar con seculares vicios, hubiese producido indudablemente beneficios mucho más inmediatos y excelentes de los que produjo.

Porque Erasmo no es solamente un erudito insuperable, un comentarista sagaz, un teólogo insigne y un humanista consumado; es asimismo un literato de amenísimo estilo, de fina sátira, de profunda observación y delicado análisis. Pocos comprendieron tan acertadamente la Antigüedad y supieron amarla con tanto entusiasmo como aquél fraile neerlandés ; pocos penetraron como él en las reconditeces del clasicismo, y se inspiraron por manera tan íntima en las enseñanzas de los maestros de la Humanidad.

Sin reducir el humanismo á la forma, como la mayor parte de los renacientes italianos ', y sin hacerlo consistir tampoco en frío dogmatismo, Erasmo supo dar el justo matiz á su producción literaria, con tan buena elección y tan atinado criterio, que se acreditó de árbitro del buen gusto.

Contribuyó á ello sin duda, aparte del natural genio del humanista, el trato con los literatos de italia durante su estancia en este país por el año de 1508. Siempre recordó Erasmo con deleite este periodo de su vida, y algunas veces echó de menos el benigno clima del bel paese y la artística erudición de sus humanistas, complaciéndose en rememorar sus coloquios con los doctos contertulios de Aldo Manucio.

Erasmo se distinguió notablemente como teólogo, y no hubo á la verdad en su tiempo quien en esta esfera le aventajase, pero es forzoso reconocer que su carácter no respondía enteramente á lo que de ordinario entendemos por un hombre dedicado al estudio de las sagradas Letras. Si en los felices tiempos de la Grecia clásica hubiese vivido, sin duda frecuentara los jardines

1. Véanse el Ciceronianus de Erasmo, y la carta de éste á Juan de Valdés, fechada en Basilea á 21 de Marzo de 1529 (Erasmi Opera omnia : Lugduni Batavorum, 1703; t. III, col. 1165). .

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